"El papel de la sociedad civil en los procesos de inclusi�n digital"

�Vivo en Brasil, no s� si vivo muy bien o muy mal,

s�lo s� que ahora formo parte del pa�s y la inteligencia es fundamental**1**.

 

Paulo Lima ([email protected]) es Director Ejecutivo de la RITS - Red de Informaciones para el Tercer Sector

Graciela Baroni Selaimen ([email protected]) es Directora de Informaciones de la RITS - Red de Informaciones para el Tercer Sector

 

 

����

��� En 1992 la Cumbre de R�o � o Eco 92, como as� se la ha llamado � hizo de R�o el epicentro del movimiento ambientalista mundial. Qui�n no pudo venir perdi� parte del espect�culo, pero s�lo en parte. El evento de NU trajo al pa�s m�s que discusiones sobre el medio ambiente y sostenibilidad � fue, tambi�n, el momento que ha propiciado la llegada a Brasil de la conexi�n permanente a la Internet, a trav�s de Betinho y Carlos Afonso con recursos del Ministerio de las Ciencias y Tecnolog�a para permitir que activistas y periodistas de todo el mundo pudieran acompa�ar en tiempo real los eventos de la Cumbre de R�o. Ha llegado y, por estar, qued�.

 

���� Tras 10 a�os, hablamos de los retos para la real y efectiva asimilaci�n de estas tecnolog�as al fortalecimiento de la ciudadan�a, de la participaci�n democr�tica, del perfeccionamiento de las formas de trabajo cooperadoras. La tem�tica sigue actual � lo que significa que avanzamos poco. No tanto bajo el punto de vista tecnol�gico pues, aunque el pa�s tenga una infraestructura de Internet que abarca menos de 10% de los distritos brasile�os, a quien se le puede pagar, hay soluci�n. Pero, v�amos. S�lo el 8% de la poblaci�n brasile�a tiene acceso a la Internet. Es decir, el pa�s no ha creado pol�ticas p�blicas para la universalizaci�n del acceso a la red, tampoco se ha esforzado a un real combate a la exclusi�n digital. A pesar de la tradici�n del uso de la red mundial de computadoras en el pa�s haberse construido en funci�n de objetivos comunes entre los individuos que luchaban � y a�n luchan � por los ideales sociales y democr�ticos a servicio de la ciudadan�a, no se contesta que tener acceso, elegir, producir y diseminar informaci�n es imposible a la gran parte de los ciudadanos y ciudadanas brasile�os.

 

Participaci�n, democracia y la Internet en Brasil

 

���� La l�gica de comunicaci�n en la gran red es hecha especialmente para los actores sociales, agentes, personas que quieren hacerse escuchar, publicar, intervenir. El propio modelo de red es adecuado a esta participaci�n: descentralizado, horizontal, de m�ltiples conexiones y sin l�mite espacial. Esta l�gica de participaci�n y apropiaci�n social del uso de las tecnolog�as de comunicaci�n e informaci�n tiene que ser estimulada. Y eso no exige recursos inimaginables tampoco tecnolog�as fant�sticas. Basta crear modelos sencillos de utilizaci�n que permitan la r�pida apropiaci�n por los individuos de diferentes or�genes y realidades y replicarlos en varios sitios y portales diferentes � haciendo que la interferencia del ciudadano a trav�s de la Internet se cambie en herramienta de resistencia cultural y de presi�n pol�tica en su mejor sentido. Usar lo virtual para incluir ciudadanos y hacerlos conscientes de su importancia y posibilidad de intervenir y establecer cambios.

 

���� Contrastando con la realidad de hace algunos a�os, vivimos un momento de clara estabilidad democr�tica. Eso refuerza la oportunidad de aprovechar las condiciones de fortalecimiento de la participaci�n ciudadana, decisiva para transformar r�gimenes formales en democracias efectivas. Aqu� est� uno de los retos m�s importantes de las organizaciones de la sociedad civil y no gubernamentales: contribuir para analizar las necesidades de las poblaciones, traduciendo anhelos y creando instrumentos de participaci�n efectiva, enalteciendo la voz con la proposici�n de soluciones ampliamente discutidas con la sociedad. En este sentido el ciber espacio puede ser propuesto como potencializador de ��goras�[1] virtuales, momentos en el tiempo y encuentro de intereses y lenguajes comunes en los que � siendo mediado por din�micas escogidas y aprobadas colectivamente- las necesidades, voluntades, disposiciones y los talentos de cada elemento de un grupo son dispuestos al servicio de la comunidad y puntos en com�n son identificados. La Internet posibilita que la democratizaci�n de discursos, problemas identificados y caminos sugeridos sea instant�neo. Pero para esto es necesario que el acceso a las nuevas tecnolog�as y a la red mundial (www) sea universal. Al contrario, la posibilidad de ejercicio de democracia a trav�s de las tecnolog�as digitales de comunicaci�n e informaci�n es fraude.

 

���� Tenemos consciencia de que la universalizaci�n del acceso a la Internet es, al mismo tiempo, problema a ser superado con urgencia y tambi�n la luz al fin del t�nel, perspectiva de posibles soluciones. De hecho es imprescindible resaltar que, por un lado, la Internet � como existe hoy en Brasil � retrata el agravo de las desigualdades sociales, econ�micas y pol�ticas, una vez que la concentraci�n de renta y acceso a bienescomo computadoras y l�neas telef�nicas en Brasil es privilegio de las minor�as, que se crean dos categor�as sociales: los que tienen acceso a la Internet y los que no lo tienen. La distancia entre estas realidades es lo que llamamos brecha digital � de un lado una parte muy peque�a de la poblaci�n transita en un universo nuevo de mil posibilidades. Del otro, una parte inmensa que s�lo escucha lo que cuentan sobre la nueva realidad.

 

���� Sin embargo, no se puede negar que la Internet ofrece nuevas posibilidades de participaci�n. Un ejemplo es el fortalecimiento de las iniciativas locales, que toman otras dimensiones cuando multiplicadas entre los diversos actores de una red regional o nacional la consolidaci�n de identidades, de culturas, la valoraci�n de contenidos a trav�s del compartir de valores de una determinada comunidad con el mundo, la posibilidad de cualquier individuo informarse sobre procesos que le digan respecto y participar de su �marcha�; el compartir de retos y talentos � son infinitas las posibilidades. Es como nos estimula Norberto Bobbio, en texto donde analiza la democracia representativa y las perspectivas de democracias directas.

 

�Para que haya lademocracia directa en el sentido propiodelapalabra ,

es decir , enel que directo significaqueelindividuoparticipa , �l mismo ,

en las reflexiones que le digan respecto, es necesario que entre los individuos

deliberantes y la reflexi�n que se le diga respecto no haya nadie medi�ndolo.�

 

���� Aclarando a�n m�s, es necesario partir de la democratizaci�n del Estado a la democratizaci�n de la sociedad como un reto.

 

 

Este es el momento: la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Informaci�n

 

���� Urge que, cada vez m�s, la lucha por la inclusi�n digital y el uso estrat�gico de las Tecnolog�as de Informaci�n y Comunicaci�n sean temas incorporados por las organizaciones no gubernamentales como una de las cuestiones politicas del momento. Es que al fin de 2003 se realiza la primera etapa de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Informaci�n (la segunda ocurre en Tunis, 2005).

 

���� Gobiernos y empresas estar�n reunidos � convidados por la Uni�n Internacional de las Telecomunicaciones de la Unesco y de la OIT � para discutir un nuevo modelo de sociedad � la Sociedad Informacional, como algunos lo quieren, o simplemente, la Sociedad de la Informaci�n, t�rmino m�s corriente.

 

���� Es evidente que el momento exige articulaci�n r�pida entre las organizaciones de la sociedad civil para garantizar la inclusi�n de sus temas en la pauta de la Cumbre, bien como presencia y derecho de participaci�n en t�rminos de igualdad con gobiernos y empresas. En este proceso todos los pasos son estrat�gicos y es imprescindible que la sociedad civil organizada est� preparada para lanzar una mirada cr�tica � manteniendo una posici�n cooperativa sobre las disposiciones de las Naciones Unidas.

 

���� Seamos objetivos: el escenario que tenemos frente a nosotros no nos es sorprendente y tampoco animador. Trabajamos con la fuerte posibilidad de que la Cumbre de la NU sea un evento en el que gobiernos y empresas se sientan para discutir lo que es bueno para el mundo, en t�rminos de telecomunicaciones y nuevas tecnolog�as � creyendo ser �bueno� aquello que sirve para el fortalecimiento de los mercados y de la l�gica neoliberal. Si dejamos la charla configurarse s�lo en este �mbito, �lo que les va a sobrar a las poblaciones menos dichosas (donde se incluyen todos los que no son hombres, blancos, con nivel superior, con alto poder adquisitivo, y provenientes de pa�ses ricos, o por lo menos consumidores de sus sobras)? Una vez m�s la constataci�n de exclusi�n. Nos toca a nosotros � organizaciones de la sociedad civil, no gubernamentales, activistas, ciudadanos � cambiar el rumbo de esta charla e incidir sobre la agenda de la NU. Pero eso no ocurre sin mobilizaci�n, sin anhelo, sin la apropiaci�n de esta tem�tica por las organizaciones como un problema suyo, un problema de las comunidades a las cuales su trabajo se dirige, unproblema del pa�s. Repetimos: el tiempo urge. El proceso sigue. En todo el mundo ocurren encuentros preparatorios, agendas son propuestas, grupos y estrategias de intervenci�n son organizados no s�lo por parte del sector privado sino por parte de la sociedad civil. � Y en relaci�n a Brasil? � Las organizaciones de la sociedad civil y los movimientos sociales est�npreparados para tales eventos?

 

Valores Compartidos: libre informaci�n, iguales oportunidades, control ciudadano

 

���� Hay dos preocupaciones principales compartidas por organizaciones sociales y redes de variados pa�ses, en relaci�n a la Cumbre: acompa�ar los procesos preparatorios para garantizar la participaci�n de las organizaciones de la sociedad civil y de activistas en el evento de la NU e incidir sobre su pauta ambas se�aladas por el mismo principio: que los derechos humanos y el desarrollo deben ser la base de las discusiones encaminadas hacia la Cumbre.

 

���� Entre los temas defendidos por las organizaciones est�n la cuesti�n de la inclusi�n digital que abarca acceso universal efectivo, educaci�n para el uso de las TICs, entre otros factores; la diversidad cultural; la inclusi�n bajo la perspectiva de g�nero, raza y etnia, garantizando a todos los grupos sociales igualdad de oportunidades en la sociedad de la informaci�n; el uso de software libre; la importancia de la producci�n de contenidos locales; gobernabilidad; censura a la Internet; adem�s del debate acerca de otras cuestiones m�s te�ricas, as� como el propio concepto de Sociedad de la Informaci�n y la propuesta de que la informaci�n y la comunicaci�n no son mercanc�as sino derechos. Hay otros tantos temas � entre ellos, algunos abarcan aspectos m�s t�cnicos que tambi�n les tocan a las ONGs y a las poblaciones menos dichosas, como costos de servicio y conectividad. Afirma Carlos Afonso en texto publicado por la APC:

 

����� �(...) hay temas que afectan casi todos los pa�ses del Sur � y algunos de ellos son tecnicamente complejos, requiriendo la respectiva �expertise�, para el acompa�amiento y la formulaci�n de propuestas. Uno de ellos se refiere a los t�rminos de intercambio en las interconexiones, as� como costos de servicio de conectividad en cada pa�s. De hecho, una transferencia en masa de recursos de los pa�ses del Sur a las grandes operadoras de espinas dorsales (backbones) de Internet de los Estados Unidos����� sigue ocurriendo.

����� Tal como est� configurada la infraestructura de Internet hasta hoy d�a no es posible mover datos en ella sin que haya, por lo menos, una consulta a los servidores de directorio (los servidores de ra�z operados por la ICANN) en los EEUU. Para tanto, no es necesaria una conexi�n f�sica directa entre el pa�s donde est� el usuario y los EEUU, pero hay que utilizarse de alguna manera los backbones norteamericanos para este servicio. A eso se a�ade el hecho de que la mayor�a de los servicios internacionales de indexaci�n de informaci�n, adem�s del 70% del contenido, est� en servidores norteamericanos � o sea, no se concibe el estado en el que est� hoy la red, operar la Internet en cualquier pa�s sin que haya conectividad directa o indirecta con los EEUU.�

 

���� Como se percibe, las cuestiones t�cnicas � aunque para algunos parezcan alejadas de la realidad y de los intereses inmediatos de la mayor�a de las ONGs � determinan la posibilidad (o la imposibilidad) del libre intercambio de informaciones, autonom�a y soberan�a de los pa�ses. Tales cuestiones, no las podemos perder de vista. Es de todos que trabajan por la defensa de la democracia y en el combate a las desigualdades sociales la tarea de exigir el control ciudadano sobre el uso de las tecnolog�as de comunicaci�n e informaci�n, principalmente en lo que le toca a la Internet. El decidir en este universo � sea en que �mbito sea � debe necesariamente considerar los anhelos, las necesidades y prioridades de los ciudadanos, en cualquier territorio. Se hace necesario considerar que el individuo que usa las tecnolog�as de comunicaci�n e informaci�n no se transforma instant�neamente en usuario continuo siendo ciudadano, de esta vez en un espacio ampliado m�s all� de la territorialidad. La participaci�n en proyectos y programas de infoinclusi�n, acceso universal y � para los que ya est�n presentes en la red � gobierno y derechos en la Internet es condici�n fundamental a la construcci�n democr�tica de una sociedad de informaci�n realmente para todos.

 

Experiencias concretas en Brasil: lo que est� funcionando y lo que no est�

 

�� Ha sido editado en agosto de 2000, el decreto que dispone sobre la regulamentaci�n del FUST � Fondo de Universalizaci�n de los Derechos de Telecomunicaciones, instituido por la ley de no 9998 del 17 de agosto de 2000. El FUST ha sido instituido con el fin de promover recursos a la universalizaci�n de los servicios de telecomunicaci�n, seg�n las metas que est�n en el PGMU, Plano General de Metas de Universalizaci�n, del Servicio Telef�nico Fijo Comutado. La �nica pol�tica en �mbito nacional focada a la universalizaci�n del acceso a la Internet en Brasil, el FUST ha sido, durante alg�n tiempo, esperanza para aquellos involucrados con la cuesti�n de la democratizaci�n del acceso a las nuevas tecnolog�as en el pa�s. M�s de dos a�os despu�s, mil millones de reales recogidos, el FUST es sin�nimo de desdicha. Los recursos acumulados con la captura del 1% de facturaci�n bruto de las empresas de telecomunicaciones fueron en nombre no se sabe de qu�. El hecho es que dinero hab�a � y todav�a hay � pero nada se hizo. Falta de claredad y de control ciudadano, encaminamiento en el Legislativo en funci�n de arbitrariedad en los procesos del decidir cuanto a la utilizaci�n de los recursos � de todo hubo. Menos un programa efectivo de inclusi�n digital en el pa�s. El futuro del FUST permanece un misterio, as� como sigue la esperanza en su buen uso por parte de la administraci�n p�blica federal, en tiempo propio. Mientras tanto, iniciativas puntuales de inclusi�n digital funcionan � y dan frutos.

 

���� Un buen ejemplo son las experiencias de implantaci�n de telecentros en el pa�s. Espacios p�blicos donde el acceso a la Internet es gratuito o muy barato, donde las personas son educadas para utilizar las herramientas de comunicaci�n e informaci�n y conscientizadas sobre las posibilidades ciudadanas de su uso, los telecentros se han mostrado una alternativa eficiente a la superaci�n de la brecha digital.

 

���� Proyectos de acceso como el de la Municipalidad de la ciudad de San Paulo muestran en el dia a d�a como puede ser frut�fera la articulaci�n entre gobierno, ONGs e iniciativa privada en el proceso de combate a la exclusi�n digital. Ubicados en comunidades pobres de la referida capital, los telecentros han sido espaciios de afirmaci�n de nuevas posibilidades para las personas y las comunidades. All� se est�n formando ciudadanos cr�ticos cuanto al uso de los TICs yde la Internet, que pueden apropiarse de la tecnolog�a incorpor�ndole un significado � acceso a m�s oportunidades de trabajo y renta, acceso a servicios p�blicos, producci�n de contenido, estampando en la red la marca de su cultura y su realidad, comunic�ndose con sus pares o d�spares. La participaci�n de la comunidad en la implantaci�n y en el andamiento en las actividades de los telecentros, la sociedad con organizaciones no gubernamentales actuantes en las comunidades y la valoraci�n de los saberes locales, de las personas y de las culturas permiti� la superaci�n de retos tales como los altos �ndices de violencia en algunas regiones donde est�n los telecentros y la verdadera incorporaci�n de esta nueva realidad al universo de cada comunidad. M�s que inclusi�n digital, fue posible la inclusi�n social � y es as� solamente que el acceso a las tecnolog�as y su uso tienen sentido.

 

���� Ejemplos, hay otros. Proyectos como el Comunidad Brasil, iniciativa conjunta al Programa Comunidad Activa, de la Comunidad Solidaria; de UNESCO; de la Secretar�a Ejecutiva del Gobierno Electr�nico; del Programa Nacional Paz en las Escuelas (Secretar�a de Estado de los Derechos Humanos del Ministerio de la Justicia); y del Plano de Prevenci�n a la Violencia Urbana (PIAPS, cordinado por el Gabinete de Seguridad Institucional de la Presidencia de la Rep�blica) est�n llevando propuestas de inclusi�n digital a los m�s diferentes rincones � en este caso, el piloto fue creado en el municipio de San Antonio del Leverger, Mato Groso. Ya en R�o de Janeiro, la Rits instal� en el fin de 2002 un telecentro en la comunidad de Santa Marta, en conjunto al grupo ECO � organizaci�n social que act�a hace 24 a�os en aquel lugar.

 

���� Adem�s de los ejemplos brasile�os, es importante ojear y conocer propuestas important�simas que se est�n conduciendo en diferentes pa�ses de la Am�rica Latina. Una buena manera de ubicarse sobre el conjunto de iniciativas de inclusi�n digital en la regi�n, especificamente a trav�s del impantarde los telecentros, es conocer el trabajo del consorcio (www.tele-centros.org), cordinado por la Fundaci�n Chasquinet de Quito, Ecuador y apoyado por el Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canad�. Esta comunidad virtual re�ne experimentos de 16 pa�ses de la Am�rica Latina y del Caribe, totalizando 1500 telecentros aproximadamente.

 

 

Conclusi�n

 

���� La sociedad de la informaci�n ah� est�, sin importarse qui�n puede ser considerado como inclu�do en esta realidad o no. Las posibilidades que ella encierra son encantadoras o aterradoras, y la distancia entre conocer una posibilidad u otra depende de qu� prioridades van a ser establecidas en el andamiento de las sociedades y de las relaciones entre las personas. Es ingenuo esperar que las fuerzas y los intereses dominantes, que han conducido el rumbo de la historia, se ocupen en defender los derechos humanos y de ciudadan�a, sea bajo el paradigma que sea. Por otro lado, tambi�n es ingenuo pensar que ser contrario a estas fuerzas sea un in�til ejercicio ouna responsabilidad que cabe a quien detenga conocimientos espec�ficos o trabaje en proyectos vinculados directamente a la tecnolog�a y a la Internet. Luchar por una sociedad de la informaci�n en la que todas las personas tengan iguales oportunidades de expresi�n cabe a cada ciudadano y ciudadana del planeta. Recordar que la sociedad de la informaci�n somos nosotros, seres humanos, sin los cuales no es posible haber la red nunca es demasiado.



[1] �gora: principal plaza en las antiguas ciudades griegas; mercado griego