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EL IMPACTO DE LAS TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES EN LOS PAÍSES DE LA REGIÓN
Autor:
Susana Finquelievich
Fecha de Publicación:
15/03/1999
Contenido
Palabras claves:
Localización:
Ciberoteca > Archivos > esp_doc_18.html
Documentos conexos:

PRIMER CONGRESO DE ARQUISUR
CIUDAD, TERRITORIO Y ARQUITECTURA
EL IMPACTO DE LAS TRANSFORMACIONES ESTRUCTURALES
EN LOS PAÍSES DE LA REGIÓN

NUEVOS ACTORES EN LOS ESCENARIOS DE LA GESTIÓN URBANA:
LAS COMUNIDADES ELECTRÓNICAS
Susana Finquelievich
CONICET / Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires
Charcas 2823, 2ºV, 1425 Buenos Aires
Tel. y Fax: 01 822 0108
E-mail: [email protected]
Resumen

La informática y las redes de comunicaciones derivadas de ella constituyen la base tecnológica de la comunicación mediatizada por computadoras (CMC), redes informatizadas que usan la CMC para conectar personas tanto a nivel local como global, con el objeto de intercambiarse información y debatir temas de interés común. Howard Rheingold las define como "conformaciones sociales que emergen de la Red cuando un número relativamente elevado de personas mantienen estas discusiones durante un tiempo prolongado y conforman redes de amigos personales y profesionales en el cyberespacio".

En este trabajo examino el caso de las organizaciones comunitarias o intermedias, que obtienen información, dan a conocer su trabajo y adquieren fuerza social por medio de las redes informáticas, fundamentalmente la autopista electrónica o Internet. En los países más desarrollados, como Estados Unidos o Canadá, estas comunidades no tradicionales han conseguido posicionarse favorablemente en la estructura de poder local y se han convertido en muchos casos en interlocutores válidos de los gobiernos municipales, participando y transformando los modos de gestión y las políticas urbanas. La ponencia se basa en una investigación desarrollada actualmente en Buenos Aires con el apoyo del CONICET y en la investigación realizada por la autora en la State University of New York at Buffalo, USA, en el marco de una beca Fulbright.

Abstract

Information technologies and the switched telecommunications which also carry our telephone calls constitute the technological foundation for computer-mediated-communication (CMC). "The Net" is the informal name used for computerized networks which use CMC in order to connect individuals at local and/or global levels, with the goal to exchange information, share feelings or debate issues or shared interests. Howard Rheingold has defined these networks as "social organizations which emerge from the Net when a relatively high number of people carry on those public discussions long enough to conform networks of professional or personal relationships in cyberspace".

CMC communities (or electronic communities) have also been defined as "a web of social relationships joined together by common interests" or as "computer-sustained social networks".

In this paper I study the case of community organizations which obtain information, disseminate their work and get empowerment from computer mediated networks, specifically though Internet. In strongly industrialized countries, as United States and Canada, these non traditional communities have succeeded in attaining favourable positions in local power structures. In many cases they have become respondents to local governments, participating in the urban management and changing management styles and urban policies. The paper is based on a research developped presently in Buenos Aires, and on the reserach work I carried on at the State University of New York at Buffalo, within a Fulbright Research Grant.


NUEVOS ACTORES EN LOS ESCENARIOS DE LA GESTIÓN URBANA:
LAS COMUNIDADES ELECTRÓNICAS

Susana Finquelievich
CONICET / Instituto Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales
Universidad de Buenos Aires
Charcas 2823, 2ºV, 1425 Buenos Aires
Tel. y Fax: 01 822 0108
E-mail: [email protected]

La informática y las redes de comunicaciones derivadas de ella constituyen la base tecnológica de la comunicación mediatizada por computadoras (CMC). "La red" (the net o the web) es el nombre informal aplicado a las redes informatizadas que usan la CMC para conectar personas tanto a nivel local como global, con el objeto de intercambiarse información y debatir temas de interés común. Howard Rheingold las define como "conformaciones sociales que emergen de la Red cuando un número relativamente elevado de personas mantienen estas discusiones durante un tiempo prolongado y conforman redes de amigos personales y profesionales en el cyberespacio".

Las comunidades en CMC han sido definidas también como "un conjunto de relaciones sociales unidas por un interés común o circunstancias compartidas", o como "redes sociales sostenidas por computadoras".

En este trabajo examino el caso de las organizaciones comunitarias o intermedias, que obtienen información, dan a conocer su trabajo y adquieren fuerza social por medio de las redes informáticas, fundamentalmente la autopista electrónica o Internet. En los países más desarrollados, como Estados Unidos o Canadá, estas comunidades no tradicionales han conseguido posicionarse favorablemente en la estructura de poder local y se han convertido en muchos casos en interlocutores válidos de los gobiernos municipales, participando y transformando los modos de gestión y las políticas urbanas. La ponencia se basa en una investigación desarrollada actualmente en Buenos Aires con el apoyo del CONICET y en la investigación realizada por la autora en la State University of New York at Buffalo, USA, en el marco de una beca Fulbright.


COMUNIDADES ELECTRONICAS LAS COMUNIDADES ELECTRÓNICAS: ¿AGENTES DEMOCRATIZADORES O gCHUPETES VIRTUALES?

Como toda herramienta de comunicación desde el comienzo de la humanidad, las TIC y la CMC están investidas de dos poderes aparentemente contradictorios: informar y desinformar a sus usuarios, hacer circular esta información, deformarla o bloquearla, facilitar la organización comunitaria o desarmarla volviéndola inofensiva.

Según Robert Markley (1996), autor de "Realidades virtuales y sus descontentos", el ciberespacio no puede separarse nunca de las políticas de representación, precisamente porque es la proyección de los conflictos de clase, género y raza a los que la tecnología a la vez engloba y busca borrar. La tecnología no escapa a la política, así como tampoco lo hacen las nuevas formas de comunicación derivadas de ella.

Las relaciones sociales en el cyberespacio

La informática y las redes de comunicaciones derivadas de ella constituyen la base tecnológica de la comunicación mediatizada por computadoras (CMC). "La red" (the net o the web) es el nombre informal aplicado a las redes informatizadas que usan la CMC para conectar personas tanto a nivel local como global, con el objeto de intercambiarse información y debatir temas de interés común. Howard Rheingold (1994) las define como "conformaciones sociales que emergen de la Red cuando un número relativamente elevado de personas mantienen estas discusiones durante un tiempo prolongado y conforman redes de amigos personales y profesionales en el cyberespacio".

Las comunidades en CMC han sido definidas como "un conjunto de relaciones sociales unidas por un interés común o circunstancias compartidas"; se entiende que la comunidad electrónica ayuda a las personas a crear varias clases de productos y bienes colectivos: capital social en la red, capital de conocimientos y comunión (Michalski, 1995). El capital social en la red se refiere a la red de contactos de los participantes. El capital de conocimientos refleja el modo poderoso en el que los sistemas online pueden incrementar, agudizar y difundir informaciones y opiniones. La comunión puede describirse como un capital emocional, pero también implica fuertes sentimientos personales, como la confianza y el compromiso. No es fácil y puede resultar tan productiva como adictiva.

Barry Wellman y Janet Salaff (1996) aportan su definición de las comunidades online: "Cuando las redes informáticas unen a las personas tanto como a las máquinas, se transforman en redes sociales, a las que llamamos redes sociales sostenidas por computadoras (RSSC)". Wellman y Salaff distinguen tres tipos de RSSC que están desarrollándose rápidamente, cada uno con sus propios deseos y objetivos de búsqueda:

  • miembros de comunidades virtuales que quieren relacionarse a nivel global con almas afines para obtener compañerismo, erotismo, espacios lúdicos, información y apoyo social desde sus casas y sus terminales de computación;
  • empleados jerarquizados que desean una forma de trabajo cooperativo apoyado por las computadoras (TCAC), sin ser molestados por la distancia geográfica y los desplazamientos obligatorios, y
  • organizaciones que perciben los beneficios de coordinar complejas estructuras laborales y al mismo tiempo reducir los costos de administración, los espacios de oficinas y los tiempos de viaje. Así, algunos trabajadores quieren teletrabajar desde sus casas, combinando sus empleos con retiros bucólicos, mientras que los empresarios se entusiasman con la posibilidad de disminuir sus costos inmobiliarios y sus gastos de funcionamiento y de obtener al mismo tiempo un incremento de la productividad.

Pero existe también un cuarto grupo emergente de usuarios de la CMC, que examino en este trabajo: las organizaciones comunitarias o intermedias, que obtienen información, dan a conocer su trabajo, adquieren fuerza social y se transforman en interlocutores del poder local por medio de las redes informáticas, fundamentalmente la autopista electrónica o Internet.

La CMC: desde la selva lacandona hasta las callecitas limeñas

El 1 de enero de 1994 fue un día fundacional para el rol movilizador de la CMC: horas después de la toma de San Cristóbal de las Casas por el Ejercito Zapatista, millones de pantallas de computadoras en todo el mundo transmitían noticias sobre el levantamiento campesino e instaban a los simpatizantes a unirse a el. La primera declaración de los guerrilleros fue bajada a los archivos de diarios y revistas y difundida en docenas de BBS y foros virtuales. Dos días después, el mismísimo Comandante Marcos estaba en la red, explicando los motivos y objetivos de la lucha que había comenzado. No tardó en convertirse en el primer superhéroe de la Red para los periodistas que se afanaban en sus ordenadores portátiles. Un rincón hasta entonces ignorado de la selva lacandona se constituyó en una agencia de noticias global cuyos despachos estaban escritos por los propios guerrilleros y distribuidos por las web pages de simpatizantes en diferentes países. Durante las siguientes semanas, los usuarios de Internet buscaron ávidamente las emocionantes noticias provenientes de la selva mexicana.

El uso efectivo que la guerrilla zapatista ha hecho del e-mail y de otros medios de comunicación se convirtió en un arma poderosa contra la desinformación del publico, y según manifestó alguna vez el Comandante Marcos, los salvó de una masacre indiscriminada. Los detalles sobre los bombardeos realizados por el ejército mexicano el 5 de enero fueron ampliamente difundidos, lo que intensificó las campañas de solidaridad, ayudó a que los simpatizantes del EZLN y los defensores de los derechos humanos organizaran manifestaciones masivas en México DF y produjo una multiplicación de demostraciones mas pequeñas en el mundo (Halleck, 1994). Como la Guerra del Golfo, esta ocurre online y en tiempo real, pero a diferencia de la primera, es interactiva.

Un caso más modesto de acción comunitaria exitosa por medio de la CMC y dirigida por mujeres es el que llevó a cabo un grupo de vecinas de color en Robert S. Jervay Place, estudiado por Christopher Mele (1997). Este demostró por medio de la investigación cómo la CMC y el accionar por medio de redes resultan mecanismos útiles y poderosos para los grupos de menores recursos en sus esfuerzos dirigidos a la acción comunitaria.

Wilmington es una ciudad portuaria situada en la costa sudeste de North Carolina, USA, cuyos encantos provincianos han sido capitalizados para vender propiedades a habitantes urbanos cansados del stress y a jubilados. La elite local, predominantemente blanca, retiene su papel de guardiana de los recursos económicos y políticos, otorgando ocasionalmente asistencia a los grupos de bajos recursos pero negándoles todo tipo de participación en la toma de decisiones (Mele, 1997).

En 1992, las autoridades de vivienda comunicaron a los vecinos que Jervay Place recibiría fondos del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de los Estados Unidos (HUD) para la renovación total de 250 unidades, siendo designado como proyecto piloto de una modernización que incluiría no sólo la renovación de inmuebles, sino la del compromiso de identificar y resolver los problemas sociales. Sin embargo, en 1993 se demolieron una cantidad de viviendas, cuyos ocupantes serían compensados con bonos o "vouchers" para futuras unidades. A pesar de la resistencia de los vecinos, las autoridades de vivienda decidieron en 1994 no renovar las viviendas. En cambio, pedirían a la HUD fondos para demoler toda el área y reconstruir un Jervay más pequeño. Las 125 familias que habían sido relocalizadas fuera del área no podrían retornar.

Las mujeres de Jervay -que como madres a cargo de sus hijos y con frecuencia principales aportantes a sus hogares, tenían mas que perder que los hombres en este conflicto- presionaron a las autoridades para volver al plan anterior y permitir un proceso de participación en las revisiones, pero no tuvieron éxito. Sin embargo, las vecinas escribieron a varias organizaciones públicas y ciudadanas, incluido el HUD, y lograron detener temporariamente las demoliciones. También obtuvieron la creación de la Jervay Place Task Force para permitir a los vecinos aportar sus ideas en la planificación física y social del nuevo Jervay. A pesar de esto, las inequidades entre las dos partes seguían en pie.

Las mujeres comprendieron cuenta que era necesario recurrir a otros lazos de asistencia y consejo por fuera del control de las autoridades de vivienda. En 1995 decidieron exponer la historia online, transformando su rol de participantes reactivos en proactivos. Las circunstancias que llevaron a los vecinos a la CMC y luego a la creación de su propia página web fueron la confluencia del alto grado de compromiso de las organizaciones vecinales, la necesidad urgente de recibir información independiente y de factores propicios: las vecinas ya estaban familiarizados con el uso de computadoras y varias de ellas eran instructores de informática. En 1994, habían convencido a las autoridades de convertir un departamento en el Centro de Ayuda de Jervay. Se utilizaron fondos de la HUD destinados a la lucha antidroga para comprar computadoras y el Centro contrató cursos de informática dictados por los vecinos más capacitados.

Las líderes vecinales consiguieron acceso a la Internet para algunas de las terminales del Centro por medio de contactos con apoyos locales en el departamento de planificación y la Universidad. En 1995 pidieron y recibieron financiación de un fondo público administrado por la Universidad de North Carolina en Wilmington para comprar modems y las cuotas iniciales para el servicio de Internet. La sección sin fines de lucro de un proveedor local de Internet les proporcionó una dirección electrónica para acceder a la Red y al servicio de e-mail. Las vecinas más avanzadas en informática asimilaron los fundamentos del acceso a Internet y a sus aplicaciones. Al comienzo las líderes vecinales investigaron en la Red acerca de información sobre terrenos y viviendas. Poco después introdujeron en Internet un texto que explicaba el conflicto local y pedía ayuda técnica a los lectores idóneos. Recibieron respuestas de 23 personas y organizaciones. En las semanas siguientes, a través de mensajes por e-mail, la organización vecinal desarrolló su propio plan para Jervay on-line con la ayuda de tres estudios de arquitectura especializados en viviendas. La intervención de los profesionales no se redujo al diseño: a través de la colaboración con los arquitectos, las vecinas introdujeron un tercer actor en las negociaciones de la Task Force. Armadas con conocimientos técnicos, pudieron dominar los debates con frecuencia.

Poco después, decidieron implementar su propia web page. El proveedor local de Internet les proporcionó apoyo para la construcción y mantenimiento de una home page. Jervay se convirtió en el primer proyecto de desarrollo inmobiliario en el país con una página web manejada por las vecinas. El web site de Jervay fue posible gracias a la colaboración de la organización vecinal, el sector sin fines de lucro del proveedor de Internet, WISE, y el área de estudios urbanos de la Universidad de North Carolina en Wilmington. Además de elaborar proyectos con arquitectos on-line, la organización vecinal eligió temas y proyectos significativos para reforzar el poder de los vecinos.

A pesar de que el fin explícito de la web site de Jervay fue el de proporcionar al público información sobre la historia local y los objetivos y actividades de su asociación de vecinos, los líderes no tardaron en utilizarla como una poderosa herramienta de acción colectiva. A través de la home page de Jervay, se mantuvo un archivo abierto sobre la lucha y objetivos de los vecinos, que alcanzó a audiencias situadas mucho más allá de Wilmington. Al ensanchar el área de conciencia de Jervay, la organización vecinal se previno contra las intenciones de las autoridades de vivienda de silenciarlos, rompiendo el monopolio de la información. Las vecinas publicitaron agresivamente su home page, dirigiéndola a arquitectos, urbanistas y otros suscriptores y grupos de discusión comunitarios. La web de Jervay fue bien acogida por los funcionarios de la HUD y figura en varios web sites en diferentes Estados del país.

El caso de Jervay origina interrogantes sobre la utilidad y las limitaciones del uso de Internet para fines comunitarios. El futuro de esta comunidad no será decidido en Wilmington sino en Washington, donde la crisis presupuestaria de 1995-96 ha hecho posponer varios proyectos de desarrollo local. Por esta razón, la evaluación de este movimiento debe focalizarse más en la utilidad en el proceso del accionar colectivo que en los resultados concretos.

Otra experiencia digna de estudio es la experiencia peruana de Kybernesis. Actualmente, 80.000 "nómades cibernéticos" peruanos navegan Internet a la bísqueda de respuestas para sus inquietudes como ciudadanos o proponiendo aportes para los funcionarios de Lima metropolitana y otras ciudades. Kybernesis, que ha posibilitado esta experiencia iniciada en 1995, es una asociación sin fines de lucro, la cual busca difundir un mecanismo de participación directa, con el fin de que los ciudadanos puedan ser consultados respecto a ciertas decisiones políticas, económicas, culturales y jurídicas; concurrir a la formación de las leyes por su propia iniciativa y controlar lo más directamente posible a las autoridades, informar a los ciudadanos a cerca de las normas legales, sucesos de actualidad, ideologías de sus representantes, así como otros temas de interés, que les permitan participar de una manera eficiente en el que hacer de la sociedad.

El proyecto inicial incluye el del ayuntamiento cibernetico, que acerca a los vecinos de los distintos distritos con su respectivo gobierno municipal a través del uso de un sistema interactivo de redes en el medio Internet. El plan piloto consiste en colocar en un centro designado por la Asociación o la Municipalidad según sea el caso un total de 30 computadoras y un sistema de video conferencia. Cada vecino utilizará una computadora; los que no sepan cómo hacerlo serán asistidos por 10 operadores que estarán encargados de su asesoramiento en el sistema, específicamente diseñado con este fin. Este centro está conectado a la Municipalidad.

A su vez, la municipalidad cuenta con un número de computadoras por cada regidor y una para el alcalde. Asimismo existe un sistema de video conferencia el cual se usará durante las asambleas de concejos para transmitir la misma a los vecinos (que se encontrarán en el otro local). El número de operadores será acorde con el número de participantes en este local. Asimismo, los vecinos podrán votar en el caso que sea requerido.

Las experiencias mencionadas y otras varias en la que organizaciones ciudadanas lograron cohesión, difusión de su trabajo y fuerza de presión frente a sus interlocutores ilustran de qué maneras los habitantes urbanos pueden coincidir sobre la necesidad de resolver un problema común, combinar y utilizar sus recursos colectivos para proponer soluciones y convencer a las autoridades locales o a los grupos en el poder para que implementen estas soluciones, o bien para que ayuden a estas agrupaciones a implementarlas. Las prácticas concretas realizadas en el área de la aplicación de la CMC en actividades comunitarias ilustra también cómo la realidad concreta de la ciudad puede transformarse gracias al accionar de las comunidades electrónicas (Rheingold, 1994).

ESPINAS EN EL JARDÍN ELECTRÓNICO

La participación comunitaria a través de la CMC no carece de críticos ni de escépticos. Algunos afirman que la CMC continuara siendo el terreno exclusivo de los segmentos educados y económicamente acomodados de la población, que a escala global todavía pueden ser definidos como una elite (Castells, 1997). A pesar de que se admite que en el futuro el uso de la CMC se expandirá, particularmente a través del sistema de educación, y que alcanzara a proporciones considerables de la población -aunque sobre todo en los países mas industrializados- se argumenta que "Los impactos culturales mas importantes de la CMC pueden ser potencialmente el refuerzo de las redes sociales culturalmente dominantes, así como el incremento de su cosmopolitismo y globalizacion" (Castells, 1997).

Sin embargo, el panorama esta cambiando rápidamente a ojos vistas: la CMC se esta extendiendo rápidamente, no solo en los sectores de bajos ingresos de los países industrializados, sino también en los segmentos de ingresos medio-bajos y bajos de los países periféricos, a través de escuelas y universidades, municipalidades, empleos, sistemas bancarios, partidos políticos, medios de prensa y organizaciones intermedias. Experiencias como la de Jervay y la del Proyecto Kybernesis muestran que no es necesario que los miembros de las organizaciones de base posean computadoras individuales ni conocimientos previos en informática. Se puede acceder a ordenadores y modems, así como también a la formación necesaria para manejarlos, a través de escuelas, universidades, bibliotecas, centros vecinales y otras organizaciones.

Sería ingenuo pensar que la difusión masiva de la CMC es un triunfo de la democratización de la información, antes que de los intereses de las empresas de telecomunicaciones tienen en expandir sus mercados. En Argentina (el tercer país en el mundo en consumo de televisión por cable, después de Estados Unidos y Canadá) una empresa nacional, Cable Visión, ha implementado en 1997 el acceso a Internet a través del cable, llegando a alrededor del 52% de los hogares del país. Puede la CMC ser considerada aun un juguete para las elites de los países industrializados?

Otras criticas argumentan que si bien es cierto que las telecomunicaciones posibilitan que grupos e individuos puedan acceder a los medios necesarios para influenciar a otros, sugiriéndoles caminos, cuestionando ideologías, percepciones o puntos de vista, esta es un arma de doble filo: la posesión o no de los medios para este acceso está íntimamente ligado a las relaciones de poder. Puede pensarse en la concentración de la Red en manos de unas pocas empresas (o de una única empresa) que haga primar sus intereses comerciales, lo que evidentemente posee connotaciones políticas. Como lo expresa Rheingold (1994), quienquiera que gane el poder político implícito en el management de esta tecnología puede utilizarla para reproducir y consolidar este poder.

Las críticas de investigadores y de algunos políticos hacia tecnologías como las conferencias por computadora y la facilidad que existe actualmente para rastrear la vida privada de los ciudadanos a través de sus mensajes electrónicos llaman poderosamente la atención hacia los peligros que se esconden detrás de las mismas tecnologías que tantos beneficios prometen a los ciudadanos. ¿Qué ocurriría si en vez de servir para implementar una idílica democracia directa la CMC sólo constituyera otro chupete electrónico, una manera más de distraer la atención de los ingenuos mientras algunos grupos se dividen el poder político y el botín económico? Ya sabemos cómo los gobiernos o los grupos con poder utilizan los medios de comunicación masivos para transformar los debates políticos en shows espectaculares pero inocuos y con fines claramente comerciales, como lo muestran los dos grandes programas líderes (aunque aparentemente rivales) de debate político en la Argentina. ¿Por qué este nuevo medio de información y comunicación sería menos corruptible que los otros? ¿Por qué cumpliría con las promesas de acceso democrático a la información pública que otros medios, como la radio o la televisión, no cumplieron?

Aquéllos que están interesados en utilizar el potencial de estas tecnologías para activar la participación comunitaria en los procesos públicos, a nivel local u otros, deben ser conscientes de los peligros que encierran, de los obstáculos que pueden encontrar para concretizar sus proyectos. Los investigadores en ciencias sociales, los técnicos, los expertos en las tecnologías electrónicas de información y comunicación, debemos aunar esfuerzos en este campo, pero sobre todo debemos escuchar lo que cada uno de nosotros, en su especialidad, tiene para decir. Toda tecnología tiene limitaciones y las TIC no son una excepción. Para utilizarlas es preciso identificar y comprender estos límites mientras continuamos explorando las capacidades positivas de las tecnologías y alejando cada vez más las fronteras de lo posible. Como recuerda Rheingold (1994), "Evitar caer en el hechizo de la retórica de lo tecnológicamente sublime, cuestionar y examinar activamente las presunciones sociales sobre los efectos de las nuevas tecnologías, recordarnos que la comunicación electrónica tiene poderosas capacidades ilusorias, son medidas efectivas a tomar para evitar los desastres".

BIBLIOGRAFIA

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Última modificación: 27/09/1999